Sóplame, que te respiro...

Sóplame, que te respiro; sopla más, y haz que arda mi espíritu. Crea la música, y llámame al oído. Crea la música, y llámame al oído.
Sopla, y no te detengas. Sopla tanto como puedas; pero enseña a mis raíces, a aferrarse fuerte de la tierra.
Si en un descuido me pierdo, y se extingue en mí el fuego, no dejes de golpear, una contra otra, las piedras, inventa luces y luciérnagas que me sirvan de señales en medio de las tinieblas.
Reanuda en mí la magia, y háblame del relámpago, del Hijo del Trueno, del rayo que provocará el incendio.
En esta hora, no apartes de mí tu boca; y sopla, y aviva mis llamas, y sálvame con tus palabras; tráeme alivio con tu waira, y quédate conmigo, y más nunca te vayas.